En Fuego Verde S.C. nos identificamos como una organización confiable, transparente y honesta. Nuestra filosofía de trabajo se construye en el cuidado, respeto y la conservación del medio ambiente. Somos expertos en atender problemáticas ambientales, sociales y organizativas para buscar la resolución de estas con ejercicios de participación efectiva e inclusiva.
En Fuego Verde S.C. privilegiamos la colaboración con las instancias de los tres niveles de gobierno, universidades, centros de investigación y los distintos sectores de la sociedad civil, compartiendo experiencias para el aprovechamiento, conservación y comercialización de recursos naturales y su biodiversidad, observando la aplicación de políticas públicas respecto a la conservación y manejo del patrimonio natural de México.
En Fuego Verde S.C. nos interesa que la participación social sea justa e inclusiva, dando especial atención a sectores sociales menos favorecidos o vulnerables tales como mujeres, niños, adultos mayores e indígenas. Pensamos en una inclusión desde una perspectiva constructivista y vivencial, con acciones de capacitación, educación, entrenamiento, tecnificación, comunicación, difusión, asesoría, consultoría, asistencia técnica, formulación de estudios y proyectos, proporcionando o gestionando financiamiento, recursos y apoyos, comercialización, importación y exportación de bienes y servicios que contribuyan al desarrollo de la sociedad con la justa dimensión de conservación del medio ambiente.
¿Por qué llamarnos Fuego Verde?
En Fuego Verde S. C. nos consideramos gestores del cambio con la justa consideración del entorno donde vivimos. Consideramos que todo lo que construimos influye en la justa dimensión con los seres con los que coexistimos. Este razonamiento no es casual y se basa en nuestras concepciones particulares del mundo y en cómo interactuamos con él. El siguiente fragmento del texto de Aldo Leopold nos sitúa en una realidad cambiante, producto de una motivación efímera, que puede ser eterna si así sé prefiere.
“… En esos días no concebíamos dejar pasar la oportunidad para matar un lobo. De pronto, en cuestión de un segundo, lanzamos una ráfaga de plomo a la manada, pero nuestros disparos iban con más excitación que precisión: apuntar un tiro cuesta abajo siempre es complicado. Cuando nuestros rifles fueron vaciados, la vieja loba estaba derribada y un cachorro arrastraba una pata hacia unas resbalosas e impasables rocas. Alcanzamos a llegar a tiempo para ver en los ojos moribundos de la loba un salvaje fuego verde que se extinguía. Allí me di cuenta, y desde entonces supe para siempre, que había algo nuevo para mí en esos ojos, algo que solamente ella y la montaña conocen. En esos días era joven y estaba lleno de ganas de disparar; pensaba que mientras menos lobos hubiese más ciervos habrían; la ausencia de lobos traería entonces un paraíso para los cazadores. Pero después de haber visto morir ese fuego verde, sentí que ni los lobos ni la montaña compartirían mi parecer.”




«A Sand County Almanac, Aldo Leopold, 1949
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